martes, 21 de marzo de 2017

Emocionorio poético

Hay situaciones que me desbordan, como a muchas personas. Apenas tengo tiempo para dedicarlo a cuidar mi salud, para la conciliación familiar y para dedicarme a aprender, algo que me incrementa las endorfinas casi tanto como un chocolate caliente que me sobrepasa perder ese tiempo, dejando a parte el dinero, en que me digan lo que tengo que hacer cuando ya lo he hecho y siempre he escuchado la misma palabra, no.

El poder del no es muy singular. Para un psicólogo es una prueba de asertividad, y de que se gestiona de forma correcta. Para un pedagogo es el momento en que el hijo se separa de la madre y se erige en un ser independiente. Para un hijo es el límite necesario. 

Un no es afrontable, dos sientan la base de un tercero, el cuarto ya hace pared. Un día miras al otro lado de la pared y alguien te dice: ¿Por qué no abres una ventana? Nadie te va a pedir una puerta cuando te la han cerrado tantas veces en los morros, porque tú estás fuera, afortunadamente, y no respirando el aire enrarecido. 

He recibido muchos noes, pero hay uno que se me atraviesa particularmente que es el que no se dice, ese que queda en el aire y que es más un ¿Qué me cuentas? o ¿Tú de qué vas? que un no. Sí, el del ninguneo. Ese despierta emociones muy difíciles de gestionar. 

Yo no voy a dejarlo en el aire. No al intrusismo profesional. No a la invitación encubierta. No a exigir ahora lo que en su momento se ofreció. 

La palabra es un arma cargada de futuro...* y hay que ir con cuidado con aquellos que esgrimen las palabras sin licencia de armas. Hay fábulas que ya nos advierten sobre el particular. Así que si quieres ser hygge, esta noche puedes hacer una pequeña reflexión sobre aquellas cosas que no estas dispuesto a hacer ni a que te hagan. Yo me voy a por un chocolate caliente y hoy en el día de la poesía voy a leer al maestro o quien sabe, tal vez me visite la musa.

Hay cinco enigmas
en el arco de tu voz...(en A Question of Balance USA National Library MJ Solís)
 
*Gabriel Celaya

miércoles, 8 de marzo de 2017

Temblando

Está a punto de acabarse el día de la mujer y no puede ser sin una reflexión. Las cosas han cambiado y uno de mis principales temores se ha cumplido. 

Las mujeres no hemos conseguido todas nuestras reivindicaciones y eso era previsible. Es muy difícil cambiar paradigmas milenarios en unas décadas, y no está siendo tan exponencial como el efecto de las nuevas tecnologías. Antes, para estar in, sólo tenías que estar en Facebook y ahora no eres nadie si no has subido un prezi al blog, una foto a Instagram y te has tmbleado un poco.

Pero volviendo a mi temor. Las mujeres estamos copiando algunas de las cosas que les echábamos en cara a los hombres en su momento, y creo que no debería ser así. Nosotras siempre hemos sabido hacer las cosas bien a nuestra manera, solo necesitábamos que se les diera la misma importancia. No se trataba de darle la vuelta a los roles, sino de que ambos tuviesen un peso equitativo. No se trataba de número o género sino de capacidades medidas con el mismo rasero.

Pero al igual que las mujeres eran despedidas por sus jefes cuando se quedaban embarazadas, hoy hay mujeres que penalizan a sus empleados por hacerse cargo de sus hijos, de acompañarlos al médico, de salir en punto para ir a recogerlos. Hay jefes que permiten a sus empleados ausentarse para ver un partido de tenis, pero no deja a otro asistir al festival de su hijo en el colegio. Creo que tal vez ha llegado el momento de cambiar este día y llamarlo el día de la equidad o de la conciliación familiar. 

Si la pareja comparte tiempo con los hijos ellos aprenderán que es lo realmente prioritario, y no es la lucha por ver quién es más fuerte sino por ver quién es más comprensivo con las necesidades de los demás. 

sábado, 4 de marzo de 2017

La insoportable levedad del 'wasap'

Hubo una vez un tiempo en que te pedían el teléfono y sólo les dabas el número, y cuando te casabas te hacías tarjetas con el número de tu nueva vivienda. Si te ibas de vacaciones eras tú el que llamaba y si querías estar ilocalizable, pues no llamabas. Si era urgentísimo, te buscaba la policía. 

Luego llegó la portabilidad. Para no gastar hacías perdidas, pero quedabas desde el fijo, y nunca había suficiente cobertura. Era relativamente fácil seguir ilocalizable.

El problema llegó con wasap... Ha salido porque ya no está el reloj, no le llega porque solo hay un signo, ¿Dónde estará que no tiene cobertura?¿O será que me ha bloqueado?. Le ha entrado porque hay 2 signos. ¿por qué no contesta? Seguro que lo ha visto por el notificador y me está ignorando... ahora le llamo. 
Te suena, y el problema es que tu acabas de trabajar a las 3 pero te están entrando mensajes del trabajo hasta las tantas. Tú que no quieres que se les olvide que mañana no estás envías uno a media noche. Te llevas el trabajo a casa y sigues enviando wasaps a los clientes. ¿Has experimentado una caída de wasap? Avisad los que no váis a venir. Mensaje de voz: Que como lo que tengo que decir es muy largo, mañana recordad... Ese día que te quedas sin batería y a las siete de la mañana te encuentras con dos wasaps de: Tengo algo que contarte... Hoy no estoy disponible.

El wasap se ha convertido en la respuesta inmediata a nuestras angustias pero en el generador de inumerables tormentos. Creo que, con urgencia, la nueva asignatura se debería llamar: Cómo usar wasap y no morir en el intento, o no matar en el intento; Cómo no usar wasap; Educación cívica para wasap,  En los nuevos contratos deberá figurar: Jornada laboral de 8 a 3 y wasap hasta las 5. 

miércoles, 1 de marzo de 2017

Ser o no ser Mindfulness ¿Qué pasa Willy?

Cuando tienes un día 'retorcido'   es difícil parar. La tensión aumenta, los latidos en la cabeza, las somatizaciones. Con un buen entrenamiento en resiliencia sobrevives para comprobar cómo, solo tú, le das importancia a las cosas y aquellos que han provocado la reacción nuclear pasan página delante de la play o haciendo paddle.
Los decálogos sobre hygge señalan como primer paso el saborear los pequeños momentos, pero para apreciar la belleza, para parar a contemplar una puesta de sol, para disfrutar del aroma de una buena taza de café hay que hacer un ejercicio de mindfulness.
Ser plenamente conscientes de lo que estamos haciendo en cada momento supone un entrenamiento en la conciencia plena. Las prisas y el estrés cada vez entorpecen más este entrenamiento, hasta tal punto, que hemos aprendido antes a ser resilientes para soportar ese tipo de vida que a hacer slowdown y ralentizar la marcha. La resiliencia no es negativa, todo lo contrario, si se utiliza como competencia adaptativa, pero tampoco puede servir de escusa para que podamos empezar un proceso de ralentizar nuestras respuestas para disfrutar el momento y ser más conscientes.
'Pero es forzoso que nos detenga el considerar' ¿Qué pasa, Willy*, cuándo eres plenamente consciente de las bobadas que te estropean el día, de lo plenamente insatisfecho que te sientes, de las ganas que tienes de darle la vuelta al calcetín? Si, hoy es otro día de 'que te den hygge'. Pero sin estos días retorcidos, sería imposible poder apreciar los otros. Hoy ya es el tercer día de una semana 'horribilis' que pasará y se que si la vivo mindfulness puede que la próxima vez consiga mejorar alguna de las somatizaciones. De momento tanta atención me está agotando y a las diez ya estoy durmiendo.
La psicóloga  Sonja Lyubomirsky constató que cuando se invitaba a sujetos a ser más conscientes de sus actos y a saborear los pequeños momentos que nos ofrece cada día mejoraba la sensación de felicidad y los estados de depresión. Pero es que hoy me han tirado al suelo la taza de chocolate. Definitivamente hoy también me voy a dormir ya y que mañana sea otro hygge.
*Del monólogo de Hamlet Ser o no ser"