miércoles, 19 de junio de 2019

Del paroxismo al hygge y más allá.

Había oido aquello de emocionarse hasta el paroxismo pero hasta esta semana no lo he experimentado. Fue un poco traumático  porque dejé de respirar y cuando volví a hacerlo sonó como un episodio de apnea y entonces rompí a llorar. ¿Exagerado? La manifestación artística fue musical. Me resultó tan bella la unión de voces  que no pude menos que dejarme llevar. 

Reprimimos demasiado las emociones, porque mostrarlas nos hace sentir vulnerables. Pero nos perdemos una de las razones de vivir. Experimentar hasta el paroxismo es algo que nos saca de nuestra zona de confort pero te hace sentir tan vivo. 

No se si será muy hygge porque los daneses, con él, buscan momentos de relax y confort mientras elevar el sonido de la emoción crea interferencias en el ambiente.

Hay quien tiene la lista de las 30 cosas que hacer antes de los 30, pero son cosas, experiencias tangibles. No hay una lista de emociones que deberías experimentar en tu vida. 

Rozar cara con cara la de un bebé y experimentar la piel de melocotón; mirar el mundo desde la cima de un casi 4000; ver venir una bandada de pájaros mientras haces paraskate por encima de un castillo; deslizarte por la nieve, involuntariamente, con un plástico al borde de un precipicio; cruzar una calle andaluza al mediodía y notar como el asfalto cede bajo tus pies, dejar que una hola te envuelva y luego luchar por encontrar cielo donde respirar; oir a tres niñas cantar y olvidarte hasta de respirar... 

Debería ser obligatorio establecer un registro de emociones exageradas, que conmuevan. De esa forma, cuando vuelves al sillón con tu café, un libro y un par de velas puedes rememorar esos momentos y ser hygge hasta el paroxismo y más allá. 


lunes, 17 de junio de 2019

Hygge razones para leer.

Muchos padres cometen el error de decirle a sus hijos que no van a comprarles otro libro hasta que no acaben el que están leyendo.

Tal vez no es el momento, el tema puede no ser adecuado, y podemos acabar con el hábito más importante de un emprendedor, de un creativo... de un genio.

La lectura puede ser comentada. Hay quien considera que rayar un libros es una especie de sacrilegio, y si un libro es un espacio adquirido, propio, donde tu re-lectura e intervención te hace experimentar el crecimiento cuando vuelves sobre lo leído y sobre las ideas que te sugirió, ¿qué? . Si dejas ese libro dejas tu experiencia y caminos nuevos de interpretación.

Los libros deben estar cerca, a tu alrededor. Deben formar parte de tu día a día, deben ser una opción ineludible. 

En otro post hablé de mis 10 releídos. Hoy mis diez clásicos recomendados. El Decameron, de Boccaccio, Siddhartha de Hermann Hesse, Los tres mosqueteros de Dumas. Macbeth de Shakespeare, Lucky Starr de Asimov, Parcifal de Chrétien de Troyes, Fiesta de Hemingway, El gran Gatsby de Fitzgerald, y dos sagas, la de Sir Arthur Conan Doyle Sherlock y Los Cuentos de Edgar Alan Poe. 

Busca un lugar donde puedas leer unos minutos al día y que te interese. Si empiezas algún libro no es necesario que pienses que tienes que acabarlo. Siempre habrá un momento idóneo para hacerlo. O tal vez nunca. Nunca he sentido ganas de nadar con tiburones. Hygge semana. 

viernes, 7 de junio de 2019

Estuvimos allí: Subsuelo espiritual.

Algunos de los espacios que más me han cautivado están en el subsuelo de lugares muy espirituales, como úteros telúricos que encierran vida.

De pequeña me encantaba visitar la capilla del Cristo que hay bajo de la Basílica de los Desamparados de Valencia y me conmovió mucho la bajada a las primeras criptas de las catedrales de Valencia y Granada.

Las cuevas, y he visitado muchas, no son lo mismo, carecen de toque humano a la búsqueda de otra dimensión. 

Cambian los cultos, donde hubo un templo romano, luego una mezquita, ahora un templo cristiano... ¿Y después? 

Sabido es cómo me cambió el templo de San Juan de la Peña. Pero la última imagen que tengo en el recuerdo fue la cripta de San Carlos Borromeo en el Duomo de Milan. Tanta belleza escondida a aquellos que solo ven la superfice de las cosas.

Aunque me negué a bajar a una cripta y no me arrepiento, porque allí hay algo parecido a una advertencia. Temen, los que trabajan allí, que un terremoto los entierre vivos. Están reconstruyendo la cúpula pero los pies son inestables, estan apuntalados y los que enseñan el tesoro de la catedral miran con escepticismo la chapuza. Parece decir esta sagrada reliquia del catolicismo, por encima de mi nadie y por debajo solo el hijo de Dios. Sí, si alguien lo ha reconocido  hablo de Turín.

Otra vez se repite esa sensación de que hay más a la vista de lo que parece y que las cosas están para entenderlas, no demasiado lejos de donde se supone. Estuve tan cerca que se me eriza la piel. Y sobre todo, se nota un secretismo escondido tras un fingido temor de que se le quite importancia a todo lo que allí se muestra como si el mandylion no tuviese que ser lo más importante. 

Quién quiere ver que vea, quién quiera creer que crea. Pero hay cosas que se sienten. Feliz semana y seguid buscando. 




domingo, 2 de junio de 2019

Hygge galáctica.

Me ha dado por preguntarme que consideraríamos hygge cuando vivamos en ese futuro que nos vende Hollywood. ¿Dónde  habrá sitio para una vela en las habitaciones asépticas? ¿Quedará un libro muy vintage sobre la mesa? ¿Qué efecto tendrá una manta cusndo la temperatura sea constante? Adiós a la chimenea y para los nostálgicos emisión de leños ardiendo en pantalla de alta definición. ¿Y qué me decís del día ventana? 

El hygge quedará en esa taza de la abuela si Mary Kondo no se convierte en la ministra de orden y limpieza y nos anima a convertirla en una imagen porque conservar objetos antiguos doesn't spark joy. 

Creo que estoy teniendo un ataque de 1984 de G. Orwell, pero se acaba el curso y releemos. Hoy tocaba ordenar el pasado, pero he preferido no tocar el tema porque estoy muy sensible y creo que ordenar el futuro tampoco es de ley, además hoy hace calor y lo más hygge es cambiar la ventana playa o piscina, la manta por toalla el chocolate por refresquito y la chimenea por el porche o la sombrilla. ¿Quién sabe? Hoy tal vez tocaba ordenar cambios.