Está muy de moda el ordenar, organizar y no procrastinar. Son innumerables los métodos y de algunos nos hemos ocupado en el blog.
Pero hay algo que es más "imperdonable" que procrastinar con nuestras tareas más aburridas o pesadas. Precisamente procrastinamos con la que sería más divertida y nos aportaría más por su capacidad de aligerar nuestras cargas.
Dejamos para mañana nuestra 'mismez'. Lo que nos llena, lo que nos completa, lo que necesitamos queda relegado a otro momento por un sentimiento de culpa adquirido.
Nos han inculcado que el amor supone sacrificios y nos sacrificamos por los demás hasta desaparecer. Luego convertimos el sacrificio en carga, la carga en dolor físico y nos escusamos con 'no tengo tiempo' para no hacer un viaje a nuestro yo,ya.
Culpables de sentirnos felices y descargados, buscamos culpables para justificar que esta situación de bienestar no sea nuestra realidad cotidiana.
Si de algo somos culpables es de culpabilizarnos. ¿Te has preguntado qué pasaría si la quitáramos de nuestro vocabulario?
Un delincuente no sería hallado culpable, sino reponsable de su delito y por tanto en deuda con el restablecimiento de la deuda.
Nosotros no seríamos culpables de la educación de nuestros hijos sino responsables, pudiendo compartir esa reponsabilidad, al igual que seríamos responsables del bienestar de nuestro entorno, pero compartiendo. Y, por tanto, cuando necesitemos un time out para responsabilizarnos de nosotros lo haremos. Sin culpa, con café y hygge.
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