lunes, 4 de octubre de 2021

De peligros, miedos y miserias.


Hay que ser sinceros, por lo menos con uno mismo. Necesito escribir como respirar y respirar para vivir. Así que de nuevo la soledad de los lunes da para reflexiones profundas y no tan profundas, porque la vida es tal que así.

Necesitamos cambios, y proyectos pero lo más importante era recoger fuerzas para soltar. He soltado lastre y he aprendido que, a veces, ganar un poco más sirve para gastar más en la salud, que pierdes cuando no tienes tiempo para tí.

Pero lo que me ha decidido a reiniciar este hilo es, que tras un año si visitar el sitio, los posts siguen leyéndose y desde lugares remotos. Nadie es profeta en su tierra.

Y por supuesto que había tema. 

Anoche de camino a la ciudad, entre un tráfico denso y adelantando, el coche se paró. La pericia de mi DH y la percepción de peligro de los camioneros, fueron cruciales para que, aprovechando la inercia del coche, volviese a la derecha y entrase en una zona de descanso a la que no pudimos llegar porque estaba elevada. Parados, a oscuras, en medio de la carretera, fuimos conscientes de que alguien nos protegía.

En el panel de control habíamos leído, "Averia, vehículo parado en un kilómetro". Eso despertó el instinto de alerta. No había nadie parado en un kilómetro, bueno, ahora sí.

Hay situaciones que te ponen en contacto con tu fragilidad y te hacen querer aprovechar mejor los momentos, tanto buenos como malos. Porque el mindfulness te hace percibir lo que hay en cada adversidad, con intensidad. Te conecta con todas tus dimensiones y te hace ser agradecido. 

Las pequeñas miserias se convierten en oportunidades y las zancadillas en afán de superación. Ayer hubiera dicho" El que contra tí conspire, delante de tí caerá," Isaias 54;15, al estilo Jacques de Molay y hoy solo kaizen y mucho, mucho hygge.