martes, 16 de febrero de 2021

Nuevos proyectos.

 


Durante y después del confinamiento, muchos influencers, you tubers y demás fauna de redes se ha quejado, y no sin motivo, de que ni los videos tienen las mismas visualizaciones ni parecen cautivar con la misma intensidad. Insta y tik han desbancado con su inmediatez a la audiencia. La publicidad intrínseca es continua y no hay que ir poniendo etiquetas, y el tiempo que pierdes en montar un video lo pasas haciendo stories que no necesitan tanto cuidado.

Lo hygge ya no está de moda, pero lo contrario tampoco. disfrutar de las pequeñas cosas se ha convertido en un día a día con el confinamiento. Lo minimalista, a fuerza de ser exigencia diaria, ya no seduce. Queremos más de todo, porque lo que teníamos, a fuerza de ser tan poco, nos aburrió. No pidas slow que ya vamos a paso tortuga, por favor.

Mari Kondo pasó de ser anhelada a ser la rutina. Yo misma encontré mi gorra comprada en una famosa sombrerería de Viena hace más de 20 años. Pocos cajones se habrán resistido al ataque de aburrimiento infinito.

El mundo está cambiando y necesitamos tiempo para ver hacia dónde. Será hacia atrás y volveremos a la sabana o nos aislaremos en nuestras celdas urbanitas. Sea como sea ha llegado el momento de reinventarse.

Así que ahora sí. Este blog llega a su fin. Nos vemos en otro proyecto, en breve. 

lunes, 8 de febrero de 2021

Nos podamos, nos podemos.


El atardecer del sábado me pilló en el olivar, entre ramas podadas y un perfil cambiado del pueblo del que ya os hablaré. 

Esta tarde tocaba poda y me planteé cómo podríamos hacer eso mismo nosotros con nuestros hábitos, ideas preconcevidas, rencores, lastres... Todo aquello que nos pesa y no nos deja dar fruto nuevo ni en abundancia. Ojo que a veces esas ramas nos hacen felices, pero necesitamos que alguien nos visualice sin ellas para darnos cuenta de que podemos estar mejor sin su carga emocional. 

Podamos las ramas secas, nuestros aprendizajes viejos;  las ramas que van hacia dentro, nuestros temores y los palos que salen rectos hacia el cielo, porque solo dan fruto en la punta y el aire lo tira, porque carece del refugio de las demás ramas. Dejamos alguna baja que sale por debajo de las principales por si acaso algún día nos reinventamos y tenemos que podar ramas principales de sustento.

La vida está en constante cambio, y si no ayudamos a que se produzca, si nos inmovilizamos, nos petrificamos, nos enamoramos de nuestra agreste maraña de pensamientos, perdemos de vista lo esencial y acabamos suponiendo un lastre para nuestra propia evolución y nos quebramos. No es malo, es otra forma de proceder, se llama autopoda pero tenemos que aceptar que si no nos entra la luz, si no dejamos espacio para la creatividad, no daremos todo nuestro rendimiento y llegaremos alto, pero vacíos. 

La poda no asegura que seamos más productivos o que no nos rompamos, el tiempo y las circunstancias también influyen pero cuanto más ligeros nos pensamos, cuanto más renovados, tanto más preparados estamos para recomponernos.

Así de filosófica se puede estar si te podas el móvil, las tareas de casa, las lecturas, las películas, el sofá y sales a disfrutar un atardecer fresco, dedicándote a los demás, abrazando los árboles, dando apoyo al podador. Luego fuego en el hogar y una cena en casa, que de momento es lo único que nos dejan. 

lunes, 1 de febrero de 2021

Entrar en hygge.

Me ha parecido curioso el término "entrar en shock" como si alguien abriese una puerta al trauma, al dolor y entrase acomodándose en la nada, en el bloqueo. 
Y para salir del shock, ¿Por qué no entrar en hygge? 

Se consciente, abre tus emociones-casa, comparte tus sentimientos-hogar, pasea por lugares soleados-carga las baterías, compra flores frescas-rodeate de belleza, enciende velas-iluminate,  acogete en un entorno connocido donde te sientas protegido-tradiciones. Date permiso para disfrutar una copa de vino, un té o un café con tus recuerdos. Lloralos, cuestionalos y preguntate y sigue llorando. 

Cerrar las puertas, apagar las luces, prohibirse recordar y experimentar dolor, deshacerse de los viejos recuerdos, negar, negarse y contenerse es la mejor forma de alargar la inquietud. 

No me exijo, pero solo por hoy, voy a entrar en hygge, a angustiarme si me apetece, a compartirlo si me desborda y a poner flores y velas a mis dolores mientras pongo a trabajar a mi yo creativo, que es muy romántico y se congratula en estos momentos, para resurgir renovada y lo llamo olvidar y perdonar para continuar. No hay armonía sin silencios ni música sin sonido...¿O sí? Pero eso es otra historia.