lunes, 30 de noviembre de 2020

Parecía tan lejos. Jul er her.


Hace unos meses, el excepticismo y la incertidumbre nos amenazaban y, a pesar de la conducta irresponsable de unos cuantos, vamos hacia adelante con la mirada puesta en la Navidad.

Atrás el mes en números rojos que los comercios han ennegrecido pero que hace ver con más nitidez que estas fiestas deberán celebrarse con ilusión, ya que el dinero y el derroche no son recomendables en este delicado momento de ertes y cierres. 

Serán las fiestas de recuperar la cordura, de dar valor a lo que realmente lo tiene, de compartir pequeños detalles para compensar las macrofiestas. Sinceramente, no creo que lo sustituyamos, pero un 'break' nos va a venir bien a todos. 

Un mantel 'low cost', que queda más 'chic' que barato,  sencillo, pero navideño; reciclar las velas y los adornos con ideas 'cool' de las redes; pensar en esa cena casera en la que solo hay que sorprender a los de casa... estar bien y seguir cuidando la salud propia y prójima. 

Ya está el calendario de adviento preparado y el duende. Si no conoces su historia, aquí te la dejo.Historia del duende de Navidad.

Es el momento de consolidar  tradiciones La cuarta estrella de la Navidad. antes de que el nido se quede vacío. 

Celebremos la vida, estrenemos calcetines, taza para chocolate y disfrutemos de las pequeñas cosas. Julen er her. Glædelig jul. 

¡Ah! El duende tiene nombre, Julenissen.


lunes, 23 de noviembre de 2020

Té con tú.


Podríamos conjugar en verbo hartar con h aspirada (jartá) y no habrían suficientes personas. Yo estoy harta de la mascarilla, tú estás harto del gel, ella está harta de no salir de fiesta... Harta, saciada, cansada...

Pero de lo que no podemos estar hartos es de buscar, entre todo lo que nos pesa, lo que nos compensa. 

Me encanta la gente positiva que, con 70  años o más, todavía encuentra la parte creativa en está situación y se descubre cogiéndole el gusto a las videoconferencias o se reinventa para decirte que, ahora que no tiene que estar pendiente del horario de sus nietos, ha descubierto instagram o se ha hecho youtuber... Sí, también están los que pintan, leen o hacen crochet, y los que ven más tele que nunca. Todo para alejar el fantasma del tiempo robado, de los besos no recibidos... Es el momento más hygge, más entrañable ... Luego hay que ponerse la actitud de esto no va a poder conmigo si no pudo la postguerra, ni el aceite de colza, ni  las vacas locas, ni la gripe aviar y a descubrir nuevos horizontes.

Comparte su fuego, su sopa, su manta y llama a tus mayores. Dales un abrazo de tiempo y un beso de escucha y mañana será otro día....buen hygge.

lunes, 16 de noviembre de 2020

"Sin piedad" gracias a Alicia.


 Un ”sin piedad"es entrar a saco en materia y empezar a tirar sin mirar atrás. 

¿Alguien más tiene correos de 2014? No es que no vaya vaciando, es que los por si acaso no solo viajan en nuestra maleta. También lo hacen en nuestra cámara o en nuestro correo. 

Según la agenda de Alicia Iglesias noviembre es el mes del sinpiedad. Tres correos vaciados y archivados. Falta un segundo repaso y listo. 

Las fotos se han quedado bloqueadas en un disco que habrá que recuperar, pero a saber qué. Es cierto que solo las veo cuando quiero reducirlas. A veces añoro la caja de galletas que tiene mi madre para las fotos de toda una vida y no hacen falta muchas más si has estado presente en tu vida y no la has vibido solo a través de una lente.

Ahora le toca a los cajones, papeles y ropa. Tengo poco pero todavía puede ser menos y si hacemos caso a Pareto, mucho menos. 

Cuanto menos más tiempo para otras cosas, y en ello andamos, creando contenidos en redes. 

...y tirando o donando todo lo que ya no nos hace felices. En definitiva, si lo que me quedo me gusta, eso es hygge, la taza que me apetece coger con las dos manos, una mantita mullida, al amor del fuego mientras fuera llueve. 



lunes, 9 de noviembre de 2020

Como gallo sin cabeza.


 Cada día empezamos mirando el despertador con recelo y preguntándonos qué habría que hacer para dormir un par de horas más. Una vez en pie, seguimos con las rutinas, maldiciendo las que son repetitivas, y anhelando un desayuno relajado como antaño. 

Las cosas no van a mejor porque el cansancio nos puede y luego llegan las tareas acumuladas, la burocracia, la intendencia y acabar el día pensando que no hemos hecho nada y que solo hemos ido de aquí para allá "como gallo sin cabeza".

Nunca lo había visto así hasta que empecé el master de productividad y comprendí que el tiempo es el que es y tú decides que hacer con él. Ni te sobra ni tiene por qué faltarte, así que acabo de desterrar de mi vocabulario el "no me da la vida" que había sustituido a "no tengo tiempo". 

Ayer "jueves" empecé a aplicar las primeras nociones y el día fue increíble, tanto es así que de forma totalmente fortuita encontré una herramienta en el correo que además me va a ayudar a reducir el tiempo que dedico a las rutinas y poder dedicarme a mi proyecto profesional, y el tiempo de familia podrá ser de más calidad. 

Hoy, viernes, igual y todavía creo que queda mucho día por delante. Fuera llueve, dentro hay fuego en la chimenea. Repasaremos lecciones por si algo se ha "quedado en el tintero" y pondremos un poco más de sentido común a lo que hacemos. Ya he dado 5000 pasos y ninguno como "gallo sin cabeza". Feliz semana.


lunes, 2 de noviembre de 2020

La nueva infelicidad se toma con té.



¿Qué hace un gurú de la felicidad cuando el mundo ha dispuesto contra él una pandemia de dimensiones catastróficas que satura los medios de comunicación, quita a la gente las ganas de leer y de hacer otra cosa que no sea lo que pronto volverá a estar prohibido?

Difícil lo tiene, que duda cabe. Aplicarse los principios de no envidiar el hygge ajeno, no dar lugar a que otros te envidien, apreciar aquello que recuerda al hogar, disfrutar las cosas simples, apreciar el sol y la luz que nos envuelve, participar de la rutina de llegar a casa y encontrar un rincón junto a la chimenea, con manta y chocolate caliente y un gato con ganas de que su humano le proporcione una dosis generosa de mimos. Y pensar que la felicidad es eso y eso es suficiente. Pero nos invade un desasosiego inmenso. Y toda la compostura se pierde. 

¿Y qué? Los seres humanos también participamos de lo negativo. Quién sabe si lo más hygge ahora es algún modo de resiliencia que nos conduzca  a través de lo absurdo sin temor, para que nos perjudique lo menos posible.

Para no levantar envidias hay que vestirse de pesadumbre, transmitir incertidumbre, hablar de conspiraciones y alimentarse de desconcierto. La felicidad de la nueva normalidad está en ser infeliz. 

Y si no es así, siempre quedará el té.