martes, 17 de enero de 2023

Momento de volver a recuperar el hygge.

La noche es cerrada, la cocina está recogida, la gata es una bola a tu lado, al otro la manta y la chimenea encendida. Falta el té. Y estamos de vuelta.


Hace casi un año que guardé mi hygge porque el proyecto no cumplía con el único objetivo con el que había nacido, ser un cuaderno de aprendizajes personales en un proceso de cambio. Y me he permitido un año sin propósito, ni cambios, ni aprendizajes porque perdí de vista el objetivo y me engolosiné con los números y con la posibilidad de conseguir monetizar mi crecimiento personal, convirtiéndolo en una fuente de ingresos, y como millones antes que yo, no triunfé. 

No digo que fracasé porque no invertí nada ni perdí el tiempo porque me dio  satisfacción  y regreso a los orígenes. Sí, no lo voy a negar, he mirado las cifras- soy humana - lo que me ha movido a volver es que me queda mucho por aprender y después de una pandemia y una postpandemia que ha puesto en jaque los paradigmas sociales, educativos, económicos y a las redes, ha quedado claro que el hogar y el hygge( y cómo te sientes en él) es importante. 

He revisado mi ikigai. Mi profesión es la que es y la disfruto porque ser profe te hace ser consciente de que no hay día que no aprendas y los niños son grandes maestros. Escribir es otra cosa, es mi vocación. Las dos me permiten desarrollar mi pasión, investigar. Así que misión en ristre, viento en popa y a toda vela cierro este ’hola de nuevo' y me voy a por un té. Hoy té de arándanos, zarzamora y algo más de Hornimans. Un gran descubrimiento.