domingo, 28 de junio de 2020

Educar la sensatez.

Llevo ausente dos semanas porque era necesario disponer del tiempo para lo más importante en cualquier proceso de crecimiento, la reflexión. Y con tanta información y de tantos frentes, es muy duro integrarla porque, inevitablemente, va acompañada de cambios que no me preocupan demasiado. La incertidumbre es otra cosa. Así que voy gestionándome, pero eso absorve gran parte de mis esfuerzos, así que la creatividad tiene que esperar. Es la hora de la sensatez. 

Todo el mundo habla de educación en este momento, si es, si no es, para qué, cómo... Es la única profesión donde todos sus integrantes tienen algo que decir y las preguntas tienen mil respuestas. Pero no puede ser de otra forma, porque si la sanidad y la justicia-seguridad son esenciales, en la educación está el futuro. Y el futuro es por primera vez en la historia, tremendamente incierto. 

Antes unos estudios te garantizaban una profesión y un trabajo. En nuestra generación la cosa empezó a fallar y se nos confió el cambio educativo para el cambio de paradigma y hemos fracasado, porque seguimos aferrados al UNO, una hora, una asignatura, un libro, un examen, un aula, un profesor... Y pretendemos solucionar problemas partiendo de una estructura fosilizada. Un ejemplo. La empresa que no evoluciona es la que sigue igual en la sistematizació, la que evoluciona es la facilitadora de creatividad. Y no se trata de la cantidad que se destina a i+d+i, que son casi todas, sino la que generación de espacios para favorecer la creatividad y pienso en IKEA, AXA, Rastreator o en Google. La que fija objetivos alcanzables y se adelanta a las necesidades de la sociedad, o más aún, crea esas necesidades.

En la sociedad del 2050 habrán desaparecido profesiones, otras se habrán mejorado, pero, la mayoría, ni si quiera existen. Arquitectura BIM, nanomédicos, growth hacker, desarrolladores de realidad virtual, ciber abogados, analistas de Big Data...¿Cómo podemos pretender que los contenidos que se imparten en las asignaturas de hoy van a ser significativos en la sociedad del mañana? ¿Porqué tenemos miedo a romper las estructuras de la ilustración, basadas en las asignaturas que enseñaban los griegos? ¿Por qué matemáticas y no analítica? ¿Por qué inglés y no aprendizaje de lenguas? ¿Por qué no pueden haber en una clase de infantil diversos materiales para experimentar con la escritura, arena, chinchetas, cera, papel y tablets? ¿Por qué todos los alumnos deben agruparse con iguales si la sociedad, los equipos de trabajo, están formandos por sujetos de distintas edades? ¿Por qué no una asignatura de organización, gestión de tiempo y productividad donde se hable de por qué aunque tú hora productiva sean las dos de la madrugada, tienes que utilizar temporizadores para que tus trabajos lleguen a la 8? El maestro tiene que desaprender para aprender y dejar de ser facilitador de adquisición de contenidos [queda mejor que instructor] y pasa a ser gestor de aprendizajes o canalizador de curiosidad... Todavía está por determinar si existiremos... 

Y hay algo que no puede faltar en las escuelas, porque, realmente, es en este espacio donde se socializa, el espacio de las artes y del juego. Espacios seguros para la música, la danza, el canto, la pintura, la experimentación, el juego, el teatro... que dotará a las personas del futuro de valores estéticos y de desarrollo emocional, que contribuiran a que no acabemos viviendo en ataúdes minimalistas.

El colegio debe priorizar los hábitos saludables, los comportamientos cívicos, la participación social e integradora y la creación de espacios para la introspección personal y el crecimiento espiritual, para evitar la alienación del mundo virtual, necesario, presente y futuro pero no único. 

No metamos a los niños en un colegio, sino que lo adscribimos a un espacio educativo que integra el entorno. Hay que salir fuera, hay que vivir y aprender a convivir en la panadería, el supermercado, con el tejido industrial y ahí es donde el maestro puede recoger curiosidades, inquietudes y actitudes incompletas-que no incorrectas- para generar aprendizajes significativos. Mis alumnos no necesitan saber cómo se llega a una dirección, eso lo hace google maps, pero sí necesitan parte de esas instrucciones para jugar on line. Es su realidad más inmediata, ya aprenderan a dirigir cirujías virtuales cuando lo necesiten. 

La educación ahora y en el futuro tiene que estar dispuesta a adaptarse a las necesidades, a reflexionar y a cambiar continuamente.

Y también tenemos que cambiar nosotros. Si la universidad no nos formó y no nos forma, deberemos cambiar la sistematización de la universidad y formarnos ya. O a reinventarnos, que está de moda. Si no reflexionamos, no encontraremos una solución plausible ahora y aprendamos a desterrar las soluciones duraderas. La incertidumbre vino para quedarse. Prepararémonos  para ser resilentes ante ella y, lo más importante, dejemos de instruir para empezar a construir.

Mucho hygge... Yo sigo reflexionando. 

miércoles, 3 de junio de 2020

Estuvimos allí: Ibiza nunca más.


Estábamos pasando el verano en Denia y decidimos hacer una excursión de un día a Ibiza. Preparamos ropa de playa y nos fuimos alegremente a coger el ferry. 
Yo decidí que me iba a dar el 'lujazo' de tomar el desayuno en el trayecto y tan pronto embarcamos nos subimos a la cafetería. Pero no habíamos zarpado todavía cuando ya había un considerable vaivén y cuando salimos del puerto, el balanceo, comenzó a ser preocupante. De hecho no apareció el camarero sino un asistente para decirnos si queríamos bajar. Bajar al baño bajamos, sentados en los escalones, pero decidimos permanecer arriba porque bajo estaban vomitando y estaba lleno.

Arriba, la cosa no iba mejor, los butacones se deslizaban suavemente y quedamos un hombre que era una mezcla entre Jaime de Mora y don Quijote y nosotros. Aguantó estoicamente hasta que el desayuno en el mar se convirtió en desayuno al mar.

Cuando, por fin, hacíamos maniobra para amarrar vi por una ventana, con estupor, como un cielo inmenso se convertía en agua verde mar y de nuevo cielo inmenso y por primera vez fuimos conscientes de cómo habíamos estado moviéndonos. Mientras bajábamos barajábamos la posibilidad de volver en avión.

Cuando nos dijeron que para bañarnos en una cala había que coger un bus u otro barco, decidimos pasar el día callejeando. Tomamos un refresco cerca de la catedral con unas vistas increibles desde una azotea convertida en bar y  paseamos entre vestidos blancos y complementos adlib. Descansamos en un snack con una comida merienda ligera y entramos a ver a la virgen del Carmen para pedirle un viaje de regreso calmado, pero, por si las moscas, tambien visitamos la farmacia a por biodramina, que daba más náuseas que el mareo. Es una ciudad bonita que no creo que volvamos a visitar ninguno. Y es que dicen que la primera vez que visitas Ibiza, si la ciudad se enamora de tí vuelves y vuelves pero si no, no vuelves más. 

Al día siguiente nos enteramos de que habíamos navegado con fuertes tifones. Irrepetible y sin ganas de repetir.

Una vez en el apartamento,  nos tomamos el vaso de leche con galletas más hygge del verano mientras nos reíamos de la experiencia. 

lunes, 1 de junio de 2020

The more you teach, the more you learn.

Este no era el post de hoy y no porque se haya borrado, que ese problema lo ha subsanado el servidor, sino porque rayaba en el desacato y soy muy mirada, pero es que la burocracia me puede. Y había hecho una reflexión reactiva muy fuera del modo en que me he resintonizado.

Y mi lector interior pregunta ¿y ahora de qué vas? Hoy el alma me pedía Nostalgia, algias y otros lamentos pero toca productividad, hay que hacer papeles y tengo que ser proactiva, primer hábito de Convey.

Así que voy a pensar que cosas me ha aportado el confinamiento, profesionalmente, en positivo. 

Pero todo lo que me aparece  es negativo porque comparo con lo *normal*, y surgen los no veo, no hacen... Si tomamos lo establecido como norma al desaparecer lo establecido se declara la anarquía. Hay que posicionarse fuera de lo establecido. 

Cuando estaba en clase y aprendía algo nuevo lo compartía con mis alumnos para que comprobasen que la edad no tenía nada que ver con aprender y con sorprenderse. Ellos me han enseñado que si no hay paredes no hay horarios, que los día pijama son todos los días, que solo se aprende si se va hacia delante, que con la vista puesta atrás, tropiezas. He aprendido que con las herramientas adecuadas el medio no importa, que la gamificación no es 'juega' sino '¿quieres jugar conmigo?', que la cámara puede llegar a enamorar aunque ella nunca se enamore de tí, que los miedos se quitan de frente y que las consecuencias se esquivan de lado. 

Que he dado clase y que he sido alumno. Ahora todos, ellos y yo somos más competentes digitalmente, la organización personal es importante y mantener el contacto la base de toda amistad. 

Que cada uno es como és y que cuando más consigo está más si mismo se hace. Que cuando te cortan las alas te vuelves pájaro y pierdes el apetito y las ganas de cantar. Que deseas quedarte en casa hasta el día en que es el único sitio donde puedes estar. Que cuando el sol se pone por el balcón la oscuridad da paso a la solidaridad pero cuando sale el sol en la terraza aparecen los oportunistas. 

Ya sabía que podía vivir conmigo misma pero que tendré que aprender a convivir con el miedo a la pérdida y a la incertidumbre. 

He aprendido que cuidaba lo que veía pero que ahora puedo cuidar también lo que no veo. 

Pese a las Danas, la quema de la Amazonia, las cuasi guerras, las revueltas raciales, los virus inmundos y lo que queda por venir, proactivamente... Me gusta tanto, o más, aprender como enseñar. 

Y ahora, taza de leche fresca y mucho hygge. ¿Quieres aprender conmigo?