lunes, 12 de noviembre de 2018

Las hojas de la sabana.


Esos colores del otoño que pronto desaparecerán arrastrados por el viento o cubiertos por la nieve. 

Refugiamos en casa nuestro temor al cambio y aseguramos un espacio que nos dará confort hasta la primavera. 

El instinto animal nos dirige hacia la cueva, al calor de la hoguera, a la relación con los próximos, a los trabajos de invierno, los aprendizajes y las lecturas sin fin. 

Nuestras vidas son como esas hojas. Algunas se obstinan en permanecer siempre verdes, otras ceden a la madurez, algunas se marchitan, las hay que se desprenden. Pero no desaparecen, se transforman. Nos transformamos. 

The winter is coming, pero no trae seres infrahumanos, ni peligros inimaginables. Trae calma, interiorización de sentimientos, reflexiones. Muchas cosas serán diferentes este año, pero si tienes la suficiente calma y resistes los embates de la ventisca puedes ver como las nuevas tradiciones se crean desde nuevos comienzos. 

Los que viven en las grandes urbes, separados de la tribu y concentrados en sus carreras profesionales, siguen trabajando en sus portátiles, incluso en la cama, alejándose del cambio estacional hacia una plastificación de su existencia. Ni mejor ni peor  simplemente diferente. 

El hygge lo abarca todo, al urbanita de edredón, té y velas y al natural que busca manta, chimenea y chocolate. La actitud nos lleva a disfrutar  de las pequeñas cosas. Porque nosotros somos pequeños, como esas hojas. 

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