martes, 24 de enero de 2017

Gracias

Felicidad es entrar en la página y ver que has superado las cien entradas y decidirte a quitar el contador público. Ver que la entrada de ayer tuvo más entradas que la que tenía el record. Que te siguen desde Estados Unidos y una semana más tarde desde Argentina o Bélgica. Son pequeños logros que te animan a escribir cada día.
Pero cuando te dan ganas de ponerte con calcetines frente a la chimenea es el día que observas que no has podido escribir y el número de entradas sigue subiendo. Pero ese es el momento en que coges el ordenador y empiezas a buscar y esperas que la musa te pille trabajando como dice Elisabeth Gilbert, la escritora de Come, reza, ama.
Creo que son estas cosas las que me ayudan a sonreír con el hígado. Gilbert habla del cambio. La protagonista deja su entorno rutinario, dependiente e insatisfactorio. Se sumerge en Italia dejándose llevar por los sonidos, los sabores, los sentimientos... Luego busca la espiritualidad en la India con muchas dificultades para vaciarse de las ideas preconcebidas. Cuando parece que ha conseguido el equilibrio vuelve a entrar en una relación amorosa y siente miedo de volver al principio.  Sonreír con el hígado es sonreír desde dentro, no solo con la cara y se consigue disfrutando de todo lo que te ofrece la vida al tiempo que  buscas tu centro espiritual, sin importar qué sentimientos puedan desequilibrar esta cruzada por la paz interior.
Y no te olvides de agradecer.

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