miércoles, 8 de marzo de 2017

Temblando

Está a punto de acabarse el día de la mujer y no puede ser sin una reflexión. Las cosas han cambiado y uno de mis principales temores se ha cumplido. 

Las mujeres no hemos conseguido todas nuestras reivindicaciones y eso era previsible. Es muy difícil cambiar paradigmas milenarios en unas décadas, y no está siendo tan exponencial como el efecto de las nuevas tecnologías. Antes, para estar in, sólo tenías que estar en Facebook y ahora no eres nadie si no has subido un prezi al blog, una foto a Instagram y te has tmbleado un poco.

Pero volviendo a mi temor. Las mujeres estamos copiando algunas de las cosas que les echábamos en cara a los hombres en su momento, y creo que no debería ser así. Nosotras siempre hemos sabido hacer las cosas bien a nuestra manera, solo necesitábamos que se les diera la misma importancia. No se trataba de darle la vuelta a los roles, sino de que ambos tuviesen un peso equitativo. No se trataba de número o género sino de capacidades medidas con el mismo rasero.

Pero al igual que las mujeres eran despedidas por sus jefes cuando se quedaban embarazadas, hoy hay mujeres que penalizan a sus empleados por hacerse cargo de sus hijos, de acompañarlos al médico, de salir en punto para ir a recogerlos. Hay jefes que permiten a sus empleados ausentarse para ver un partido de tenis, pero no deja a otro asistir al festival de su hijo en el colegio. Creo que tal vez ha llegado el momento de cambiar este día y llamarlo el día de la equidad o de la conciliación familiar. 

Si la pareja comparte tiempo con los hijos ellos aprenderán que es lo realmente prioritario, y no es la lucha por ver quién es más fuerte sino por ver quién es más comprensivo con las necesidades de los demás. 

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