miércoles, 24 de enero de 2018

Aceites esenciales: La gripe y otros cuentos de terror

Llevaba dos días aguantando con antigripales -como si eso existiera- cuando decidí ir al médico porque algo no iba bien. 

 Bien venida al club, me dijo, tienes el virus. Y me ofreció dos opciones, una darme de baja en ese momento y poner a mi entorno profesional a salvo o tener que cogerla después porque si no hacía lo que recomendaba la sabiduría popular, podía acabar con pneumonía, como otros tantos enfermos este año. Tan, tan mal no estaba pero por cuestiones de responsabilidad decidí que fuera antes.

-Y prepárate a sudar la fiebre, a tener conjuntivitis , otitis, tos y si te sientes peor que esto al hospital.

Con este augurio me encerré en casa los dos días de baja y todo el fin de semana y en efecto, como en una película de terror, cuando cae la noche, nada, absolutamente nada puede evitar que me levante sudando, tosiendo y con la nariz irritada, o taponada, cuando no con los ojos llorosos y cuando pensaba que había pasado lo peor-noche del domingo- se desarrolla con toda su fuerza una otitis que hace aumentar el cóptel de medicamentos.

Hoy noche del miércoles me pregunto que pesadilla me acompañará, tos, otitis o hay algo más. Sí, me da miedo irme a dormir, y no es porque no esté muerta de cansancio. Mi hígado se quejaba esta mañana de la mezcla explosiva a la que hace frente cada noche. Tres pastillas cuando no cuatro y el aerosol y cuando llego al trabajo siempre hay alguien que te anima diciendo 'No traes buena cara'.

En el centenario de Frankenstein deberíamos hacer honor a todos los médicos que nos resucitan a base de química. 

Los aceites esenciales han ayudado a relajar accesos de tos leve, a conciliar el sueño, sobre todo la lavanda y he echado de menos la ravintzara, que se ha agotado.

No se ha terminado todavía aunque espero que lo peor ya haya pasado, que fui buena enferma e hice caso, reposo y más reposo. La doctora me dijo que viese una peli o que leyese, y eso he hecho.

¿Y que tiene esto de hygge? Pues curiosamente, buena parte: la bebida caliente, el calor de la manta o la chimenea o de las dos a la vez, un buen libro, la ropa cómoda y cliente, las zapatillas y la ausencia de prisa. No hay nada que aumente más las defensas que la falta de estrés, la alimentación casera de cocción lenta, y las infusiones medicinales. El mal trago no te lo quita nada pero la actitud siempre es importante.

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