lunes, 14 de mayo de 2018

Crecer confiando en la providencia.

Siempre nos han dicho que quien siembra, recoge. Y poniéndonos negativos, el que siembra truenos, recoge tempestades.

Pero ni recoge siempre el labrador cuando siembra después de haber mimado lo sembrado, ni cuando plantas cara a alguien siempre consigues discusiones. 

En ocasiones sembramos, las circunstancias no son propicias y al año siguiente recoges frutos de las semillas latentes, o sale una planta de la descomposición de la anterior.

Esta costumbre tan nuestra de utilizar la naturaleza como metáfora de todos nuestros problemas, evidencia lo imprevisible de la primera como símil de los vaivenes de nuestra vida. 

Cada momento, el inicio de una relación, el nacimiento de un hijo, las pérdidas, crisis, rupturas, adolescencias y menopausias, síndromes de nido vacio... Añade tú 'ese' momento. Ya puedes prepararte con experiencias de 'labradores' más antiguos, leer todo lo que se ha escrito, lo que se está escribiendo, asegurarte calendarios zaragozanos, bio, etc que al final será lo que tiene que ser...

¿Quiero decir con esto que no hay que hacer nada, qué de nada sirve esforzarse? Todo lo contrario. Aceptar lo inevitable significa ser humilde porque estamos en manos de la providencia, que puede premiar nuestro esfuerzo- en la mayoría de los casos, en otros enseñarnos a ver el para qué en los fracasos -y no solo a preguntarnos por qué...o a invitarnos a salir de la zona de confort porque la providencia está ahí para ofrecernos un plato de sopa caliente, o unas hierbas comestibles que nacieron gracias a la labor de las hormigas.

Hygge también es confiar en que la providencia siempre va un paso por delante y uno por detrás. ¿Hace un café con galletas? 

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