Me gustan las librerías, obviamente porque me gusta leer, y porque me encantan las tendencias... Si, ya se que no es moda, pero es inevitable ver como van cambiando los diseños de las portadas y cómo influyen los nuevos lomos en la decoración.
Hay cierta tendencia nórdica con azules y naranjas sobre blanco, los de lettering, y los más sofisticados con brillos sobre tapas oscuras o metálicas. Tengo la sensación de que mis libros han pasado de moda. Desde aquí mando idea al ciberespacio para un negocio nuevo de contracubiertas estilosas.
Pero no era este el tema.
Reflexionamos hoy sobre un concepto que encontré en este browsing por la librería que tendrá segunda parte: Dieta emocional. Conversaciones sostenidas hoy me han hecho plantearme que no importa lo que hayas sufrido, siempre hay alguien que ante la misma situación lo suyo es peor;hay quien se enzarza en problemas políticos como si le fuese la vida en ello;quien tiene el remedio de todos los males... Hay un deseo de ser escuchado y no discutido, ni desmentido, ni contrariado... Se acerca el final de curso, las recapitulaciones, los inicios de nuevas experiencias, las salidas forzosas de la zona de confort... Los que plantean como suyas ideas porque no quieren reconocer que les faltan contenidos y no reconocen de que 'sources' se retroalimentan. Las emociones se agolpan, se magnifican, sirven de arma arrojadiza, de caja sobre la que alzarse, yo más que tú. Así que estoy probando la dieta del agua tibia con limón en mi cuerpo y una dieta emocional para mi espíritu. No pasa ninguna emoción sin filtro- sin reflexión. Antes de que se magnifique se minimiza, se tribializa y si puede ser se 'fulimina' - eliminación completa.
Si lo tuyo es peor que lo mío te compadezco budistamente, y si me hablas te escucharé o te oiré dependiendo del afecto que te tenga, no del efecto que quieras que lo que dices tenga en mí. Estoy a dieta emocional y estoy hygge que te mueres. Ya os cuento.
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