lunes, 30 de julio de 2018

REFLEXIONES: Dieta emocional (Segunda Parte)

No comas demasiado, practica deporte, medita... Pero si estoy de vacaciones. En vacaciones tengo tiempo para hacer y saborear platos más elaborados. Apetece leer, descansar de las prisas del día a día, y sobre todo está terminantemente prohibido meditar, calentarse la cabeza y calentársela a los demás porque quieren desconectar. 

No paro de leer lo importante que es para ser feliz, que no te importen los juicios de los demás. Hay a quien esta actitud le resulta incluso atractiva. A mi me relaja terriblemente. 

Cuando era más jóven {ji, ji, no lo cambio) , mi padre me decía que nadie iba a estar pendiente de lo que me pusiera, le preocupaba más como pensaba y repetía los refranes y proverbios que le oía a su abuelo.  Pero cuando llegué al pueblo, se dió cuenta de que sí se fijaban.  Así que no me lo volvió a decir. Pero entonces saltó mi madre con un refrán para partirse. "Lo que tengan que comerse los gusanos que lo vean los cristianos." Y mientras ha sido de ver se lució. Ahora más recatadamente lo aplico a mis pensamientos.

Esta mañana pensaba en qué pasa cuando uno se salta la dieta emocional, ¿Engordas? Lo cierto es que puede pasar porque cuando te preocupa demasiado la opinión que los demás tienen de ti te puede dar por comer de más o de menos o hacer amistad con Ana o con Mía. Mal asunto. Pero creo que el sobrepeso de una mala dieta emocional provoca angustia vital y conmociona todas las bases sobre las que hemos ido edificando nuestra personalidad.

Creo que a todos nos ha pasado que de pronto tienes todo controlado y pasas fortuitamente por una pastelería o tienes ante ti un bufet y tienes que decidir qué emoción te sirves primero, cual será más digerible, cual más indigesta, cómo haces para no ceder a la tentación, y sobre todo cómo ayudas a decidir a los demás, cuando esta situación no te pilla a solas, y ese creo que es el mayor problema, que los sobrepesos no son los de uno, sino cuando uno siente que lleva los suyos y los de los demás. Y lo siente pero no es real.

Si quieres una dieta emocional equilibrada, manejate solo con tus emociones y deja a los demás manejarse con las suyas. Nadie que pretenda controlarlo todo puede ser feliz.

Hygge es apreciar aquello que te hace sentir bien y reproducirlo. Prepárate un trozo de pastel y un té fresco y deja la pastelería tranquila. A las 8 cierran.





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