domingo, 27 de enero de 2019

Flores para llorar

Ante tal espectáculo de belleza natural, deberíamos gozar y no llorar. Pero es enero, y una helada puede dar al traste con la producción.

Afortunadamente no vivo de ello, pero nadie es una isla en sí mismo y lo que perjudica a otros, acaba perjudicándonos a todos.

Hoy he empezado mi día redes con esta reflexión:

Recordaba que la primera vez en mi vida que me enfrenté al entorno windows me abrió la ventana un niño de 8 años que venía a que le diésemos clases de inglés. Tenía yo unos veintipocos años y debí darme cuenta entonces de que los paradigmas  no solo educativos, sino los sociales,también habían dado un giro de 360°sin freno ni marcha atrás.

Queramos o no aceptarlo, ellos van por delante. Y por primera vez en la historia de la humanidad creemos que ellos lo tendrán más dificil, y que el mundo en el que vivirán será peor, pero cabe preguntarse. ¿Desde nuestro punto de vista o desde el suyo? Ellos piensan en su futuro como nosotros lo hacíamos con el nuestro. Eran tiempos difíciles y había quien pesaba que el mundo sería peor con los ordenadores. Luego vino el miedo a no poder trabajar si no conocíamos su entorno. Hoy nos ha deborado y nuestros hijos no salen del mundo virtual.
Tal vez el futuro no sea cómodo para los que no somos milenials ni nativos digitales, el mundo de sacrificio, y superación está convirtiéndose en salir de la zona de comfort, objetivos y propuestas de mejora. 

Mi madre pensaba que me moriría de hambre por no saber desplumar una gallina. Yo veo con escepticismo la inmadurez alimenticia, lo eco plastificado, el mercado farmacéutico y el deporte destructivo. 

No predeciré un mundo peor, diferente si acaso. Pero el hygge sobrevivirá, porque es nuestro nexo con la sabana. Se produce en un entorno urbano pero es muy de apego a las costumbres de la tribu. 


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