miércoles, 25 de diciembre de 2019

Educados para la resiliencia. Permacultura y evolución. Introducción.

 

EDUCADOS PARA LA RESILIENCIA

Permacultura y evolución.

INTRODUCCIÓN

La primera vez que oí hablar de permacultura fue en un video sobre homeschooling a una madre que había decidido educar a sus hijos en plena naturaleza. Ella era permacultora y daba conferencias en las que sus hijos la acompañaban. Decidían cada mañana el planning para el día, se repartían las tareas y dedicaban un tiempo a la adquisición de conocimientos- ¿Perfecto? Uno se quejaba de que el colegio no le gustaba, el otro de que echaba de menos tener amigos.

Cuando digo que estaba buscando información sobre homeschooling, es porque había visto una familia alternativa en televisión que educaba a sus hijos sin normas y sin ‘colegio’. Y después de 15 años en la docencia y 2 hijos que comenzaban a preguntarme el por qué de ciertos temas que ni yo misma tenía claro, era el momento de revisar lo que entendía por educación.

 Así empecé a cuestionarme hacia donde iba la educación y si no había llegado el momento de favorecer el cambio. Y casi sin darme cuenta entré dentro de los conceptos permacultores con las limitaciones de espacio propios de la ciudad y de mis limitaciones y prejuicios que pesan más que mis nuevas ideas. Pero con todo  empecé por cultivar un huerto en mi balcón con habas, lechugas y fresas y a preparar plantel para un terreno y he dejado lleno de semillas dispares y estamos observando que pasa mientras hemos empezado un pequeño huerto tradicional. Y de nuestra observación la primera conclusión que podemos sacar es que no somos agricultores. Es una observación humilde pero que llevada al terreno espiritual se ha convertido en algo muy enriquecedor.

 La permacultura que nace dentro del ámbito de un cultivo de subsistencia, no invasivo, regenerativo y permanente se ha ido ampliando a un modelo de vivencia personal que ha llevado a muchas personas a abandonar las urbes en busca de espacios donde poder poner en práctica lo que una pequeña terraza no les permite. Fukuoma o Holmgre se han convertido en los filósofos y precursores de este nuevo concepto o forma de vida que no sólo se ha materializado en la agricultura sino también en la arquitectura. Planificar, desarrollar, mantener, organizar y preservar el hábitat para que sea capaz de sostenerse en el futuro. Es algo más que confiar en la resiliencia, en la capacidad de adaptación a las dificultades, es observarlas para ayudar a la naturaleza a la que hemos maltratado a renutrirse y a covertirse en una productora perenne de productos.

La Permacultura también ha dado pie a que practicantes, diseñadores y organizaciones busquen modelos de financiación menos sistematizados sin apoyo de corporaciones, instituciones o gobiernos. Los ejes centrales de la permacultura son la producción de alimentos, abasto de energía, el diseño del paisaje y la organización de (Infra) estructuras sociales. También integra energías renovables y la implementación de ciclos de materiales en el sentido de un uso sustentable de los recursos al nivel ecológico, económico y social.

Desde sus inicios a finales de los años 70, la permacultura se ha definido como una respuesta positiva a la crisis ambiental y social que estamos viviendo.

Crisis, ese ideograma chino de peligro y oportunidad. Veo peligrar mi puesto de trabajo por la aparición de un nuevo paradigma educativo y el sistema de bienestar en el que hemos estado falsamente acomodados mientras consumíamos sin fin y sin sentido una serie de productos absolutamente prescindibles.

Echando la vista atrás ahora soy más consciente de lo que entra en el armario y capaz de ser más creativa y solidaria con lo que sale. Si está bien se da y si no se recicla. Los calcetines que se les quedan pequeños a mis hijos son ideales manoplas atrapapolvo. ¿Alguien recuerda que antes las medias se recuperaban con agujas especiales y que las patatas de los calcetines se zurcían con un huevo de madera?  Muchos que se llaman ecologistas no han zurcido en su vida un calcetín, porque sostienen que no hay que llegar a extremos. Son los mismos que luego se encadenan a los árboles o deciden no tener hijos porque destruiran la tierra. No son sostenibles. Menos mal que sus padres no pensaron así. Pocos de los chavales del 15M han ido a un colegio de monjas donde les han enseñado a bordar y a zurcir. No son culpables de haber recibido una educación llena de conocimientos inútiles. Ni de tener unos padres que han tenido que salir a trabajar y que con ese dinero compraban más calcetines en vez de remendar, o sábanas nuevas en vez de parchear, a lo sumo un parche adhesivo en el pantalón, que mira tú por dónde resulta que  está hasta de moda.

 Y de ahí la idea, permaeducación. Si se han elaborado los principios para un modo de vida sostenible y perenne por qué no dotar a la educación de un planeta en crisis de la capacidad de ser sostenible, gratuita, solidaria y perenne. Dejadme que os lo explique.

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