lunes, 27 de enero de 2020

Las gallinas del futuro.

Cuando era pequeña, mi abuela se preguntaba, que qué comería yo si era incapaz de pelar una gallina ni cuando ya estaba muerta, porque acercarme al gallinero, cuando estaban vivas, me ponía enferma. Mi madre le decía que en la capital podías comprarlas muertas y peladas.

Para mi madre un futuro sin estudios no era futuro, y me animaba a hacer caligrafía y a pintar y a crear, porque el pollo ya te lo vendían troceado. Fuimos la generación JASP, Jóvenes Aunque Suficientemente Preparados.

Hoy mis hijos ya pueden encontrar el pollo preparado, y si vives en una ciudad, te lo traen caliente y a casa. Dan por sentado que si no estudian no podrán pedir pollo y tendrán que conformarse con pildoras multinutritivas saciantes y ya veran si les llega para el sabor. 

Yo quiero que le quiten las plumas al trabajo y que lo que hagan para ganarse la vida les guste tanto que pagarían por hacerlo. 

Son nativos digitales pero damos por sentado que su dependencia tecnológica y de redes no es buena, pero ¿con qué lo comparamos? A nosotros no nos ha hecho falta para vivir y hemos tenido que hacer frente a nuestras propias gallinas, pero las gallinas de cada generación cambian. La caligrafia, que se llevó largas horas de mi vida, se ha convertido en una expresión artística mientras que antes era una necesidad. 

Y siempre la eterna pregunta, ¿cuál será la gallina de la próxima generación? ¿Qué esperarán mis hijos de los suyos, que resultará ser "no tan útil"?

Y así iba mi mente mientras  separaba las almendras de las cáscaras, y es que siempre que lo hago me acuerdo de mi abuela. Le gustaba el café con leche condensada, siempre habían dulces en su casa, y en invierno, la chimenea encendida. Hoy su biznieto habla por el reloj como James Bond y come KFC y ni lo coge, ni lo mata, ni lo pela, lo pide por teléfono. La caligrafía y la buena presentación por escrito no es importante para él, porque el ordenador ya hace esas cosas. ¿Qué gallina tendrán que desplumar sus hijos?



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