lunes, 1 de junio de 2020

The more you teach, the more you learn.

Este no era el post de hoy y no porque se haya borrado, que ese problema lo ha subsanado el servidor, sino porque rayaba en el desacato y soy muy mirada, pero es que la burocracia me puede. Y había hecho una reflexión reactiva muy fuera del modo en que me he resintonizado.

Y mi lector interior pregunta ¿y ahora de qué vas? Hoy el alma me pedía Nostalgia, algias y otros lamentos pero toca productividad, hay que hacer papeles y tengo que ser proactiva, primer hábito de Convey.

Así que voy a pensar que cosas me ha aportado el confinamiento, profesionalmente, en positivo. 

Pero todo lo que me aparece  es negativo porque comparo con lo *normal*, y surgen los no veo, no hacen... Si tomamos lo establecido como norma al desaparecer lo establecido se declara la anarquía. Hay que posicionarse fuera de lo establecido. 

Cuando estaba en clase y aprendía algo nuevo lo compartía con mis alumnos para que comprobasen que la edad no tenía nada que ver con aprender y con sorprenderse. Ellos me han enseñado que si no hay paredes no hay horarios, que los día pijama son todos los días, que solo se aprende si se va hacia delante, que con la vista puesta atrás, tropiezas. He aprendido que con las herramientas adecuadas el medio no importa, que la gamificación no es 'juega' sino '¿quieres jugar conmigo?', que la cámara puede llegar a enamorar aunque ella nunca se enamore de tí, que los miedos se quitan de frente y que las consecuencias se esquivan de lado. 

Que he dado clase y que he sido alumno. Ahora todos, ellos y yo somos más competentes digitalmente, la organización personal es importante y mantener el contacto la base de toda amistad. 

Que cada uno es como és y que cuando más consigo está más si mismo se hace. Que cuando te cortan las alas te vuelves pájaro y pierdes el apetito y las ganas de cantar. Que deseas quedarte en casa hasta el día en que es el único sitio donde puedes estar. Que cuando el sol se pone por el balcón la oscuridad da paso a la solidaridad pero cuando sale el sol en la terraza aparecen los oportunistas. 

Ya sabía que podía vivir conmigo misma pero que tendré que aprender a convivir con el miedo a la pérdida y a la incertidumbre. 

He aprendido que cuidaba lo que veía pero que ahora puedo cuidar también lo que no veo. 

Pese a las Danas, la quema de la Amazonia, las cuasi guerras, las revueltas raciales, los virus inmundos y lo que queda por venir, proactivamente... Me gusta tanto, o más, aprender como enseñar. 

Y ahora, taza de leche fresca y mucho hygge. ¿Quieres aprender conmigo? 


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