jueves, 22 de diciembre de 2016

Crisis. Caos y Oportunidad.

Cuando estaba en sexto mis notas empezaron a bajar de sobresaliente a bien. Creo que fue la única vez que mi madre fue a hablar con la monja. Parece ser que en la evaluación las pesquisas habían llegado hasta la hermana bibliotecaria que confirmó que mi velocidad lectora había subido a tres libros semanales. Al principio  la hermana pensó que era la típica niña que coleccionaba libros en el carnet, pero con cuatro preguntas se dio cuenta de que realmente me los había leído y mi madre lo confirmó.
Así que la tutora decidieron resolver mi 'divergencia' prohibiéndome la entrada en la biblioteca. Mi cara debió transmitir tal dolor que me permitió ir una vez a la semana.
Primera crisis. Caos y oportunidad. Como no podía leer empecé a escribir mis propias novelas, con ilustraciones y encuadernadas.
Cuando empezó séptimo ya me había acabado todas las colecciones de los cinco, Puck, los Gemelos, etc. Pero ya había descubierto otra fuente de lectura barata  en el quiosco,  pero también esto empezó a aburrirme por lo recurrido de los argumentos. Mi hijo dice que no quiere ver películas conmigo porque se que va a pasar. Creo que es la secuela de la mala literatura que me hace intuir los desenlaces de las malas películas.
Segunda crisis. Caos y oportunidad. Así que un día cogí mis mini libros y me fui a la Plaza Redonda en Valencia y los cambié por dinero. Me compré Ben Hur, Los miserables y Ivanhoe. Y ahí empezó mi amor por la literatura histórica y romántica.
Cuando me lamento por la actitud de algunos adolescentes pienso que su crisis será su caos y su oportunidad. Ojalá no se pierdan en el sentido más negativo de la palabra.

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