lunes, 16 de enero de 2017

Envidiar el ikigai ajeno.


El otro día después de leer la forma de conseguir el ikigai, alguien me preguntó que qué pasaba con las personas que envidian tu ikigai y tratan de quitártelo haciéndose con tu puesto de trabajo o quitándote a tu pareja.

La envidia no está clara en occidente, porque no separamos con claridad la dimensión sentimental de la mental. Definimos la envidia como aquel sentimiento o estado mental en el cual existe dolor o desdicha por no poseer uno mismo lo que tiene el otro, sea en bienes, cualidades superiores u otra clase de cosas tangibles e intangibles.

Como sentimiento, es dinámico, porque motiva la acción, y por tanto positivo. La acción que del sentimiento se deriva puede ser positiva si no causa mal y negativa si pretende el mal ajeno. Pero inútil si trata de conquistar el sentido de la vida de cualquier otro ser humano, porque es intransferible.

Debería analizar si dentro de sus asociaciones lo que 'ama' es hacer daño a los demás o quedarse con lo de los demás'. Si eso es lo que le ayuda a conseguir su ikigai, mejor tomar distancias o protegernos. No es tan raro, muchos poderosos han conseguido hacer de sí mismos su mundo y su misión está centrada en su egolatría. Pero tenemos que recordar que el ikigai tiene que ver con el sentido de la vida, no con la ética.
Por otro lado, sólo me cabe pensar en la envidia  como un estado mental si se trata de una envidia enfermiza, en ese caso, como ya decía en el primer post, si no hay atención es difícil poder contestar a las asociaciones simples, mucho menos hacer la compleja. Una persona distraída, no está interesada en su ikigai ni en el de los demás, sino en conseguir volver a centrar la atención, y es una cuestión médica más que filosófica.

En definitiva, el ikigai es intransferible, y cualquier intento de engañar a las asociaciones un autoengaño. Mucha gente vive sin un sentido, o esperanza  en algún momento de su vida, o incluso permanentemente. Pero lo que interesa es transmitir que la búsqueda interior para la transformación exterior es una buena experiencia en si misma y no un fin.

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