lunes, 12 de octubre de 2020

Distraídos, que no deprimidos.



Cinco veces he empezado este post, pero no arranca por varios motivos y el principal es la distracción. 

Creo que el mundo no está deprimido, está distraído. Estamos preocupados, y no sin razón, por la salud, por el dinero y por el amor. Nos deprimen los datos y las estadísticas, la irresponsabilidad y la falta de sensatez, a todos los niveles. Nos deprimen los datos pesimistas sobre crecimiento económico, porque no tendremos dinero para consumir procesados, ni moda perecedera, ni para viajar al otro lado del mundo. Nos deprimen las barreras a la hora de entablar nuevas relaciones y de mantener las que tenemos. Pero esta manipulación emocional basada en los tres enemigos del alma nos distrae. 

El mundo ha parado y la tierra ha respirado. Los animales y la vegetación han continuado creciendo. El cielo es azul sobre las montañas, las nubes son blancas y densas. Las puestas de sol son así, como en la foto. Las palabras tardan en organizarse en nuestro post. Pero ahí están para quien quiera leerlas.

Parar no solo no es fácil, también es doloroso, pero las carreras a ciegas, como en los Juegos del hambre, solo sirven al propósito de algunos seres aburridos que encuentran satisfacción en la incertidumbre del ser humano. A ellos no les preocupa el dinero porque no saben que hacer con el que tienen y han aprendido que el altruismo y la filantropía son formas de marcar más las diferencias. La salud es tan relativa que lo único que preocupa es disponer del mejor equipo médico en la mejor clínica del mundo, que los hospitales son para las masas. Y el amor hedonista no precisa ni de distancia ni de las barreras. 

¿Quién está jugando con nosotros a hacernos mirar hacia la oscuridad cuando hay tanto por lo que mirar hacia adelante? 


Vale si no me compro tres pares de zapatos, con uno ya me vale. Vale si sigo haciendo galletas como en el confinamiento, vale si cobro menos y no puedo viajar y vale si trabajo menos y puedo sentarme a contemplar puestas de sol tan memorables y cercanas. Vale si hablo con los míos más y mejor que los nuevos pueden esperar. Pero , sobre todo, comparto a quien no le alcanza el dinero, el tiempo, el cariño, la salud...¿Qué puedo hacer por tí para que la vida no me coloque al lado de los que nos hacen mirar a la oscuridad?


Con los calcetines puestos y el ’cuppa’ en la mesita, os deseo felices sueños y una semana de amaneceres luminosos.




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