lunes, 27 de abril de 2020

El día que no vi mi reflejo en el espejo.




Esto no es un hecho, es una emoción. Nos ha pasado a todos o a casi todos. A veces con premeditación, otras por motivos fortuitos. A veces porque llegas demasiado tarde, otras por llegar demasiado pronto. A veces, simplemente, entiendes mal las cosas y nadie se molesta en decirte, 'así no'.

Ese es el día que desapareces por primera vez, luego vuelve a pasar y a pasar... y dejas de ver tu reflejo.

Cuando alguien nos hace algo malo, los bien intencionados dicen, olvidalo, ignoralo. Pero ¿y si no has hecho nada malo ni injusto? Si lo que ven como maldad es enfermedad, olvido o circunstancias. ¿Como se le llama a quien es capaz de inflingir tanto dolor, una y otra vez? 

Los seres humanos son envidiosos y vengativos y mi temor se está confirmando. Después de este golpe brutal, no han cambiado las cosas. Hacia afuera muchos abrazos de luz pero dentro hay tinieblas.

Si queda alguien que confíe en que la crisis es caos y oportunidad, es chino. Aquí crisis es no tener dinero y la oportunidad se convierte en oportunismo. Quien piense que lo que no nos mata nos hace más fuerte tal vez haya dado en el clavo, pero una fortaleza muy €#&*&@.

Hoy mi hygge se ha revelado contra el confinamiento y me ha dejado en casa sin su apoyo pero ya volverá porque yo no voy  a ser más fuerte, ni más rica ni oportunista, y volverá la manta, la chimemea y el café caliente con tarta de calabaza igual que el invierno sigue al otoño. Y no sonará a amenaza the winter is coming... Si os encontráis mi hygge, no tiene nombre, os lo podéis quedar. Si pregunta por mí, que busque en los espejos. 

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