martes, 7 de abril de 2020

Parar está prohibido


"No me da la vida", esos momentos tan intensos que no llegas a todo. Hoy el concepto cambia a "me da pa tanto y más".

Hay casas en la que no comes en el suelo porque mientras pones y quitas la mesa te entretienes. Que han aplicado el método de Isabel Iglesias de 21 días en una semana y han puesto los cajones Marikondo, hasta el del abuelo. 

"Madrugar se va a acabar" Se acabó. Es una realidad. A la porra los horarios y viva el edredoning, y el balconing, que lo mismo sirve para aplaudir, que para una cacerolada, o para tocar o hacer gimnasia. 

Pero ¿Es demasiado pronto para preguntarse qué pasará después? ¿Volveremos de cabeza a no parar, a escondernos detrás de un trabajo alienador para tener un coche mejor, una casa mejor, un apartamento mejor? . ¿O por el contrario, seremos capaces de sentarnos a escuchar los temores de nuestros hijos, los anhelos de los abuelos, la incertidumbre de la pareja... ?  No más, no mejor, si no es más lento y mejor disfrutado.

Ahora es cuando podemos parar, pero desde el exterior todo es alentarnos a hacer, nos crean rutinas, actividades de tal forma que "no te de la vida" para parar y tener dudas, miedos, ansiedades, nervios. Aquietar, alienar, las emociones que no sean la gratitud y la alegría.


Agradecida siempre. Pero no me siento alegre. Sigo viviendo hygge porque sigo haciendo lo que siempre he hecho. Slow, mindfulness pero no tiene que haber alegría, de igual manera que no hay que callar los miedos, ni ahogar la ansiedad. Parar a escucharse y sentirse en silencio o con música. Con velas o con luz. Kaizen, kaizen.



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